Actualmente, la ingesta de bebidas azucaradas ha aumentado significativamente entre la población joven. Según la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), en una encuesta publicada en 2013, el consumo de bebidas energéticas entre la población adolescente entre 10 y 18 años ronda el 68%.
Uno de los estudios que más difusión ha tenido fue realizado por la organización inglesa “Acción contra el azúcar” (Action on Sugar), y en el cual se averiguó que una lata de refresco o de bebida azucarada puede llegar a contener 20 cucharadas de azúcar. Estas cantidades llegan a triplicar las recomendaciones para una dieta saludable, por lo que no solo será necesario moderar el consumo de estas bebidas azucaradas, sino también de todos aquellos alimentos que contienen un exceso azúcares añadidos.
Enfermedades asociadas al exceso de bebidas azucaradas
El consumo excesivo de las bebidas azucaradas se asocia con diversas enfermedades, como la obesidad y diabetes tipo 2. El consumo de bebidas azucaradas favorece la ganancia de peso, ya que aportan una importante cantidad de calorías vacías. En adición, este tipo de bebidas apenas producen saciedad, es decir, no nos llenan. Además, el riesgo de obesidad y diabetes está asociado al consumo de refrescos, pues favorecen el aumento de la adiposidad.
Las bebidas azucaradas aportan azúcares de absorción rápida, que generan un aumento de la glucosa en sangre tras las comidas, y altos niveles de insulina, favoreciendo la aparición de diabetes tipo 2. Además, el contenido el fructosa aumenta el riesgo de algunas enfermedades cardiovasculares (dislipemias, aterogénesis,…); y alguno de los aditivos, como el colorante caramelo (E-150d) provoca resistencia a la insulina.
El consumo de zumos de fruta azucarados aumenta de la misma manera la glucemia y, por tanto, el riesgo de diabetes mellitus tipo 2. Por ello, las recomendaciones genereales tratan de fomentar el consumo de fruta fresca siempre que sea posible. De forma moderada, también se pueden incluir los zumos de frutas recién exprimidos sin azúcares añadidos.
¿Y qué pasa con las bebidas edulcoradas?
En el caso de las bebidas refrescantes edulcoradas con aspartamo, uno de los edulcorantes artificiales más utilizados en refrescos “light”, se ha observado que a pesar de ser un edulcorante que no aporta energía en forma de azúcares, sí que posee efectos similares al azúcar incrementando los niveles de insulina y glucosa tras su ingesta. Las bebidas con edulcorantes artificiales, al igual que las bebidas azucaradas, desplazan de la dieta a otras bebidas más saludables. Otro de los problemas derivados del consumo de bebidas con edulcorantes artificiales es que aportan un sabor dulce que, generalmente, lleva a una dieta de peor calidad. Los consumidores de estos refrescos edulcorados a menudo evitan alimentos más saludables que son menos dulces.
El consumo de bebidas azucaradas ha incrementado entre los niños, desplazando de la dieta a otras bebidas como la leche. El consumo continuado de refrescos con o sin cafeína, parece tener un efecto catabólico sobre los huesos de niños y niñas, provocando la pérdida de masa ósea.
Regulación de las bebidas azucaradas
¿Cómo se regulan estos alimentos? ¿Qué actitudes han tomado ya algunos gobiernos para frenar el consumo excesivo de estos alimentos? Aquí os dejamos un par de ejemplos:
La Comisión de Sanidad del Parlamento británico ha elaborado un informe en el que recomienda instaurar un impuesto para los productos con un alto nivel de azúcar, tales como los refrescos, para intentar así combatir la obesidad infantil. La tasa se impondría sobre «alimentos y bebidas poco saludables», que además no podrían lanzar determinadas promociones. El informe de la Comisión defiende su actuación para «mejorar el entorno alimentario» de los menores y reducir la obesidad. Además, propone medidas de control sobre las estrategias de marketing y publicidad de este tipo de alimentos y bebidas azucaradas. Por ejemplo, las etiquetas deben mostrar claramente la cantidad de azúcar en un símbolo normalizado de una cucharilla.
La FFS (Agencia de Normas Alimentarias de Escocia) quiere poner en marcha un plan efectivo contra la obesidad, según las previsiones, para el año 2030 el 40% de los adultos de Escocia serán obesos. Por ello, ha propuesto una serie de medidas: impuestos al azúcar, reformulación de los productos, comercializar porciones más pequeñas, etc.
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