Aprovechando el verano y unas merecidas vacaciones nos decidimos a hacer un Interraíl por Europa, con el afán de conocer las culturas de distintos países, y ya de paso disfrutar de su tradición gastronómica.
Nuestra primera parada: Budapest, preciosa ciudad que ejerce como capital de Hungría, y cuyos muros nos cuentan una larga historia de batallas, conquistas y ocupaciones. Las vistas del Parlamento y de la parte de Pest desde el Bastión de los Pescadores, algo que debe disfrutarse sí o sí.
Pero nosotros a lo que íbamos, ¿qué comen los húngaros? Dando una vuelta por sus calles, evitando los restaurantes caza-guiris eso sí, nos encontramos con multitud de restaurantes que nos ofertan comida tradicional del país. En estos el plato estrella es, sin duda, el Goulash. Este goulash es a Hungría, lo que la tortilla de patata es a España, o el fish & chips a Reino Unido. Consiste en una especia de ragú, o bien de sopa, especiada con paprika, a la cual se añade patata, zanahoria, pollo o ternera y una especie de pasta que conocen como Spätzle. Si bien puede encontrarse en prácticamente cualquier restaurante de la ciudad, desde mi experiencia os puedo recomendar el restaurante “Bohem Tanya”, muy cercano al Teatro de la Ópera, donde tomar una sopa de goulash riquísima por 750 florines (unos 3€).
Habréis visto que para elaborar el goulash se utiliza paprika, pero y ¿qué es? El paprika es el condimento nacional de Hungría. Prácticamente está presente en todos los platos tradicionales del país, y se compra ya en polvo, bien sea su variedad dulce o la picante. Se obtiene a partir del pimiento húngaro paprika, que se deshidrata y se muele. A los españoles, el paprika nos recuerda al pimentón dulce, aunque su sabor es aún más potente.
Otra visita obligada en la capital húngara es el Mercado Central, donde pueden encontrarse infinidad de puestos de paprika, carnes, embutidos, frutas y verduras, encurtidos, y postres…, así como puestos de ropa y souvenirs. El lugar tiene su encanto, y los bajos precios incitan a probar un poco de su gastronomía.
Por último, dando un paseo es habitual encontrarse por la calle puestos de dulces y postres. Cómo no, era imprescindible hacer una pequeña parada en uno de ellos. En la foto podeis ver la variedad que ofrecen; nosotros nos decidimos por un mákos-pite, la pinta te lo dice todo.
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